es
ca

Breve historia de las ondas gravitacionales

prev

Una nueva visión del espacio

"El espacio-tiempo le dice a la materia cómo moverse, la materia le dice al espacio-tiempo cómo curvarse". Esta frase resume la visión del universo según la teoría de la gravedad de Einstein.

La relatividad general nos muestra que el espacio no es algo estático e indeformable y tampoco es independiente del tiempo. El tejido del universo es el "espacio-tiempo", en cierta forma parecido a una cama elástica. Las masas, como la Tierra, lo deforman curvándolo. Lo que se encuentra cerca de ellas, como la Luna, tiende a caer hacia esa "hendidura". Eso es la gravedad.

Una predicción controvertida

Mientras Einstein estudiaba las ecuaciones de la relatividad, descubrió que cuando las masas se mueven de forma acelerada producen "radiación gravitatoria", que hoy conocemos como ondas gravitacionales.

Era el año 1916. Sin embargo, durante las décadas siguientes, este nuevo tipo de ondas fue prácticamente ignorado. Algunos científicos no pensaban que existiesen realmente. Otros consideraban que los efectos medibles eran tan pequeños que nunca podríamos detectarlas.

La situación no cambiaría hasta los años 70...

Púlsares al rescate

El descubrimiento de los los púlsares llevó a la primera evidencia indirecta de ondas gravitacionales.

En 1967 se descubrió el primer púlsar, una estrella de neutrones que, como un faro, emite luz mientras gira. En 1973, Hulse y Taylor descubrieron una pareja formada por un púlsar y una estrella de neutrones que giraban el uno entorno a la otra. Después de observarlos durante años, midieron que la distancia entre ellos se iba haciendo cada vez más pequeña. Y la única explicación que encajaba con los datos, y además a la perfección, es que estaban perdiendo energía al emitir ondas gravitacionales.

En 1993 Hulse y Taylor se llevarían un premio Nobel por el descubrimiento.

Tú a Boston y yo a California

Los efectos de las ondas gravitacionales son tan pequeños que se necesitan detectores gigantescos.

La primera observación indirecta de ondas gravitacionales ayudó a consolidar los incipientes proyectos para detectarlas directamente. Sin embargo, el coste de la construcción de un detector de varios kilómetros no es asumible por una sola universidad.

Es así como nace una alianza entre dos de los institutos de investigación más fuertes en Estados Unidos, MIT (Instituto de Tecnología de Massachussets) y Caltech (Instituto de Tecnología de California). El resultado es el Observatorio de interferometría láser de ondas gravitacionales, LIGO.

La era de los grandes detectores

A pincipios del siglo XXI comienzan a funcionar varios detectores de ondas gravitacionales.

LIGO cuenta con dos instalaciones, que se extienden a lo largo de 4 kilómetros. Europa y Japón también cuentan con sus propias instalaciones, si bien algo más pequeñas.

Hoy en día LIGO se ha ampliado a una colaboración internacional (LSC) a la que contribuyen grupos científicos de todo el mundo. Entre ellos, en España está el Grupo de Relatividad y Gravitación de la UIB.

La primera detección

Las versiones avanzadas de los detectores están funcionando.

Advanced LIGO, el mayor observatorio de ondas gravitacionales, comenzó a funcionar en 2015. Con dos detectores en Estados Unidos, la primera detección directa de ondas gravitacionales tuvo lugar el 14 de Septiembre de 2015.

Ésta promete ser la década de la astronomía de ondas gravitacionales. 100 años después de que Einstein predijera su existencia, las ondas gravitacionales abrirán una nueva ventana al universo, desde la cual seremos capaces de observar todo tipo de exóticos sucesos como colisiones de agujeros negros y explosiones supernovas.

next